domingo, 5 de diciembre de 2010

LA CENA ESTA SERVIDA

Quizás debí aplicar mas ajo para sazonar mejor tus labios, quizás me falto pimienta cuando herví tus ojos, sabía yo que un poco de mostaza suavizaría tu piel morena, algo de albaca, un poco de cilantro, merecías ser cocido en un buen estofado, cortar tus dedos y mezclarlos con los champiñones adorno mi hogar con un aroma a ti que enloqueció a mis vecinas, las muy coquetas del 23 tuvieron el descaro de timbrar solo para preguntar si acaso eras tú el chef, solo pude aclarar que lo que sus sentidos percibían era obra de tu ser, un poco amargadas dejaron mi puerta, supongo yo que por no compartir, la envidia de ellas siempre fue evidente, cada vez que me traías rosas asomadas en la ventana las divisaba, en esos días de chocolates siempre me visitaban, un poco de café un poco de te creo que fui yo la que las malacostumbre.
Tengo de ti para muchos meses, incluso años pues tus huesitos de los pies un collar deben ser , tu cráneo un lugar para guardar esas joyas que me regalaste, quizás deba colgar mis abrigos en tus costillas, estoy innovando y deseo hacer de tu columna vertebrar, de tus fémures y costillas un lindo perchero para recordar tu caballerosidad, aun no sé donde debo poner ese humero derecho tan fuerte y sano que me cargo muchas veces a nuestro nido de amor, creo que se vería bien cerca del televisor, quizás dentro del jarrón, tengo muchos planes para ti, por ahora te comeré lentamente, creo que subiré de peso, bueno siempre me mal acostumbraste, cenas costosas comida sin censura, tantos lugares tantos sabores, un conocedor del mundo que me abrió los ojos, cada jueves me llevabas a un restaurante diferente comida árabe, comida china, peruana y hasta uzbekistana, nada me saciaba, hasta ese día de nuestra pasión, donde mi corazón se calentó junto a mi boca hambrienta, mordí tu oreja probé tu sangre sentí furor el deseo de tu ser de verdad que te quería comer, pero tu muy arrogante me dejaste con hambre y muy serio te colocaste.
Recuerdo que te golpee un par de veces en la puerta no salías del baño estabas estresado, quizás tu mujer lo iba a notar, una oreja no estaría más, quisiste seguir siendo un caballero y no me insultaste por el desperfecto, pero mi estomago te traiciono y me hizo tomar la decisión, sabes que no te dolió caíste rápido sin dolor como merecías ser tratado tu, y así mi vida recordare que llenaste mi existir con todo tu ser.

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